Existen métricas a las que tenemos acceso, como las bajas laborales, y otras que podemos desarrollar, como una encuesta de clima laboral, para conocer los riesgos psicosociales y el estado emocional de nuestros equipos. La salud ocupacional está teniendo, y tendrá en los próximos años, un recorrido normativo en la prevención de riesgos laborales; pero más allá de ello, debemos valorar cuanto de importante, de verdad, son las personas que trabajan en la organización. El cuidado de las personas es clave para el vínculo de compromiso, para los resultados y para ser coherentes con nuestros valores.

Las organizaciones que se ocupan de la salud de sus equipos de trabajo desarrollan dos enfoques diferentes: por un lado, el análisis de los factores de salud desarrollando herramientas de evaluación y protocolos de intervención. En un segundo aspecto, la atención se centra en el cambio organizacional centrado en la transformación de la organización en un ambiente de trabajo más saludable.

Las ONGs son especialmente sensibles en el ámbito de la salud de las personas empleadas, el compromiso con la causa, y las acciones con los colectivos de intervención pueden llevar aparejadas contextos y situaciones de alto estrés y compromiso emocional. Por ello, deben estar especialmente sensibles a ello, y dentro de las estrategias de desarrollo organizacional y de recursos humanos, introducimos esta referencia como clave para el presente y el futuro.

Muchos de nuestros proyectos suponen acompañar a personas con graves dificultades que pueden llevar aparejadas historias y situaciones dificiles, en las que acompañamos, pero siendo conscientes de que nuestros aportes son paliativos y de apoyo psicológico. Dramas personales y vitales, que nuestros equipos vivencian a diario y que les pueden dejar una secuela cognitiva y emocional que puede ir desgastando su salud psicoemocional.

En otras ocasiones, se producen desenlaces fatales o de emporamiento de la salud de usuarios y usuarias que ya forma parte de nuestra familia: en el día a día se crean lazos de afectos, complicidades y vínculos de cercanía entre nuestros equipos y las familias y personas a las que atendemos. Estas situaciones han sido especialmente duras y dificiles con la pandemia del coronavirus, en lo que ya se ha llamado metafóricamente como «fatiga pandémica», resultado del sufrimiento y el desgaste emocional que han tenido que experiementar nuestras/os profesionales.

En un tercer aspecto, muchas organizaciones sociales han construido una cultura del estrés, relacionado con la necesidad de atender y aportar más, con el cumplimiendo de plazos (parece que se vive siempre en la urgencia), con la falta de recursos de gestión y los sobreesfuerzos que ello genera. Queremos hacer más, porque no es solo un trabajo, es un compromiso con la causa y con las personas. Esta cultura que se crece ante la precariedad y las necesidades a atender por encima de los medios; exige de nuestro personal a veces demasiado, y ello, acaba redundando en un agotamiento que os poco sostenible desde la perspectiva de la salud psicosocial. El síndrome de «estar quemado» es muy frecuente encontrarlo en las entidades sociales, y especialmente en puestos directivos de alta responsabilidad.

Podriamos incluir otras situaciones y contextos, pero seguro que las/os que estais leyendo teneis vuestras propias historia que podeis añadir a esta realidad. Queremos mucho a nuestra ONG, pero si no nos cuidamos y cuidamos a nuestro entorno, no vamos a ser útiles en el presente y el futuro.

Para ello, cada vez más se están desarrollando modelos de trabajo que tienen entre sus objetivos la creación de organizaciones saludables, estructurando procesos de trabajo que repercuten en generar consecuencias positivas en el trabajo como el método HERO (Healthy and Resilient Organization) que propone tres elementos a conseguir: 1) Recursos y prácticas de organizaciones saludables; 2) Empleados Saludables y; 3) Resultados organizacionales saludables.

El valor de las organizaciones, su capacidad de aportar y crecer, su competencia y competitividad en el futuro se está centrando actualmente en tres esferas clave: la estabilidad de los recursos económicos y medios materiales, el desarrollo tecnológico y el valor intangible que aportan las personas en la organización. La salud laboral resulta así estratégica para desarrollar el talento y disponer de equipos que aporten desde el compromiso y el estado emocional positivo.

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